Los Niñatos de Cristal


Los Niñatos de Cristal

“Hay una generación de cristal a la que se le muere el gato y deja de trabajar” La frase polémica de María Julia Oliván.

A raíz de esta frase quise contar esta historia personal: En abril de 2019 una noche encontré a mi perra Ibiza tendida en la ducha. Había sufrido un infarto debido al miedo que le generaba la lluvia y murió pero yo no estuve con ella a pesar de que ella había estado durante 10 años conmigo lamiendo mis lágrimas en mis momentos más difíciles.

Al día siguiente, tenía una reunión crucial para cerrar un importante negocio en la agencia que dirigía. A pesar del trasnocho y de tener los ojos hinchados como nunca antes, y el corazón destrozado, me puse una docena de bolsitas de té y asistí a la reunión con mi equipo, 8 am estábamos allí. Nos citaron junto a uno de nuestros competidores para exponer nuestras metodologías, ya que nos habían asegurado que les encantaron ambas propuestas y que nos entregarían una parte del proyecto a cada una. Buscaban una colaboración sinérgica entre ambas empresas porque ambas éramos excepcionales. Compartimos cada paso de nuestro método con pasión y convicción. Sin embargo, al día siguiente, recibí un mensaje informando que habían decidido otorgar el proyecto en su totalidad a la otra empresa, y aunque nunca lo admitieron, terminaron implementado nuestra metodología.

No me permití vivir mi duelo y tampoco obtuve el negocio. Continué trabajando todos los días como si nada, mostrando mi fortaleza como gerente y mujer guerrera. Medio año después, terminé una relación sentimental de una forma profundamente dolorosa, lloré todo un fin de semana pero el lunes me paré frente al espejo firme y ¿adivina qué? Tampoco me permití hacer el duelo. Seguí adelante con la cabeza en alto, como si nada hubiera pasado, pasando de reunión en reunión. Tres meses después, llegó la pandemia y me encontré tremendamente sola. En menos de 6 meses, había perdido a mi mascota y a mi pareja, y ahora me enfrentaba al pánico colectivo y a la confusión emocional.

Pero eso no fue todo, el 100% de nuestros clientes en la agencia tuvieron que reducir sus presupuestos debido a la pandemia. Solo dos de ellos tomaron decisiones coherentes y disminuyeron sus actividades, mientras que el resto nos pidió redoblar esfuerzos para mejorar las ventas. Los días se volvieron interminables y perdimos la noción de nuestra vida y nuestros propios horarios.

Finalmente, cuando comenzamos a superar la pandemia, el cliente que más había reducido su presupuesto, y por el que vivimos las consecuencias más difíciles. Aquel que en su momento nos había ofrecido apoyo para superar la situación una vez las cosas estuvieran mejor, nos retiró la cuenta y la entregó a otra agencia. Esto, aún a pesar de los impresionantes crecimientos que habíamos logrado, hasta de un 3,000% en tres años, pero ellos querían un cambio.

Por otro lado, a pesar de nuestros logros, mi junta directiva comenzó a considerar insuficiente mi trabajo y no dejaron de recordármelo en cada reunión. En un momento de agobio, solicité un viernes de descanso, lo cual les sentó bastante mal porque parecía que mis prioridades estaban cambiando. Finalmente, dejé la empresa, y ¿sabes a quién le importó que no hubiera hecho mis duelos, que hubiera enfrentado la soledad durante la pandemia, los despidos y los esfuerzos que tuvimos que hacer, y que me hubiera perdido en los horarios laborales sin dedicar tiempo para mí?

Cuando veo todas las críticas y juicios hacia las nuevas generaciones, como los expresados por esta famosa periodista indignada por el duelo de las mascotas en las nuevas generaciones, me pregunto quién está realmente equivocado: ¿las nuevas generaciones o nosotros? Tal vez la respuesta sea que ninguno lo está.

En última instancia, creo que el valor radica en la empatía. Aunque las nuevas generaciones tienen prioridades diferentes, hay una razón detrás de su forma de ser y quizás hay mucho que podemos aprender de ellos.

Por otro lado, considero que las nuevas generaciones también deben cultivar empatía hacia su entorno y, especialmente, hacia sus empleadores. Ser empresario implica enfrentar desafíos que solo se comprenden estando en esa posición. No todo se basa en uno mismo, en su tiempo libre y en lo que uno puede ganar. Una empresa es un entorno y cada uno de nosotros forma parte de él.

La empatía nos permite comprender el contexto en el que se comparte una historia como en el caso de María Julia Oliván, la mujer que pronunció la frase. Las madres que tienen hijos con autismo, como ella, enfrentan un mundo intolerante, y es dentro de este contexto que ella plantea su interrogante sobre la "generación de cristal", quizás porque ella, debido a lo duro que ha tenido que enfrentar se considera más resiliente pero hay cosas muchos más importantes que comparte en su entrevista, y decidimos solo quedarnos con esto.

En resumen, basándome en mi propia experiencia, cada individuo tiene una historia detrás y sería hermoso tomarnos el tiempo de comprenderla. En mi opinión, todo se resume en la empatía y en aprender a vivir sin juzgar absolutamente todo. Además, quizás seamos nosotros, las generaciones más resilientes, quienes debamos aprender a adaptarnos a los nuevos desafíos que las nuevas formas de ser suponen.

Posdata: Agrego este dato reciente. Una investigación realizada por científicos del Hospital General de Massachusetts (MGH) que revela que la conexión de las mujeres con sus animales es tan fuerte que podría llegar a compararse con el amor hacia un hijo https://www.mestizos.cl/perros-y-gatos/2023/06/22/estudio-vi...