Mientras el planeta está de vacaciones y animales como zorros, osos hormigueros, zarigüeyas y delfines, han salido de sus escondites para pasear por ahí después de décadas sin descanso, muchos desafíos nos han ido llegando a los humanos de la mano del coronavirus. Quizás sean innumerables, pero hablando con familiares, amigos, colegas y observando como incógnita las conversaciones de muchos desconocidos en las redes sociales, he llegado a la conclusión de que hay dos retos principalmente a los que los humanos nos estamos enfrentando hoy: la gestión de las emociones y la famosa reinvención. Hablaré poco de la primera pero la mencionaré ya que desde mi perspectiva las dos están muy conectadas. La primera está relacionada con la capacidad que tiene cada persona de conocerse a sí mismo y la segunda, es casi una consecuencia de la primera bien aplicada.
Conocerse a uno mismo tiene muchas capas, pero dependiendo del nivel al que llega ese conocimiento, le debe a uno permitir encontrar su lugar en el mundo y esa combinación de saber ‘quién soy’, ‘aceptarme’ y entender literalmente ‘para que sirvo’, no sólo nos debe ayudar a ser conscientes de para qué somos buenos (y hallar el éxito*), si no que nos debe ayudar a ser conscientes de aquellas cosas que no nos gustan tanto, las que nos perturban, nos producen miedo, amargura, nos hacen sentir enojados o inhallados para gestionar nuestras emociones y no dejarnos caer en las comúnmente llamadas ‘crisis emocionales’.
Lo primero de lo que quiero dejar constancia es que esas crisis emocionales per se no son malas pero en el arte del autoconocimiento es importante identificar cuáles de esas crisis están relacionadas con momentos genuinos de cambio que vienen de nuestro interior y cuales simplemente están provocadas por ejemplo, por un excesivo consumo de redes sociales que nos conduce a estar reflejándonos en otros que “sí encuentran” su propio éxito (real o no), pero del cual nos dejamos contaminar inconscientemente al caer en una constante comparación y frustración. Ese mismo patrón, no sólo se ve en las personas, también se ve en empresarios y marcas que conscientes de que el cambio es necesario, están más ocupados en ver que está empezando a hacer la competencia para copiarlo, que en entender cómo hacer su propio proceso de reinvención.
Lo primero que hay que entender sin importar si el proceso de reinvención es para un emprendimiento, una empresa de muchos años, una marca o un profesional que busca trabajo (porque fue despedido por la crisis o porque después del coronavirus, su cargo está siendo desplazado) es hacer un proceso de interiorización. En el artículo anterior hablaba de la planeación, y aunque sí, es cierto que todo esto nos metió a las malas en un torbellino de cambios muy veloz, no podemos caer otra vez en el error de empezar a ejecutar acciones sin hacer una planeación.
A lo largo de mi carrera he iniciado varios emprendimientos, algunos han fracasado, otros no y otros los he puesto on hold. Lo cierto, es que he vivido tres momentos clave en los que he tenido que hacer procesos de transformación de negocios con éxito y eso me ha llevado a desarrollar una experiencia que es la que puedo compartir hoy.
Siempre hago la similitud con un espejo y estos son los tres pasos que recomiendo para hacer un proceso de reinvención/transformación:
Pero como nada estático, de vez cuando en cuando hay que poner el espejo mirando hacia uno otra vez.
Las bases sobre las que se construye una empresa, igual que una marca o un profesional, son las que brotan del interior; así que hay que verse lo bueno, lo malo y lo feo para potenciar lo bueno y maximizarlo hasta desarrollarlo casi como un superpoder. Con lo malo y lo feo no hay que desgastarse comparándose ni lamentándose y mucho menos desperdiciar la vida tratando de cambiarlo. Lo que hay que hacer es consciencia de que uno lo tiene para no extralimitarse cuando aflore y aprenderlo a controlar.
Verse hacia el interior implica entender sobre nuestros valores. Se trate de una persona, una marca o una empresa, hacer una auto-evaluación para ver si se está siendo consecuente con esos valores o no. Uno de los mayores errores que se cometen es dar por sentado que las cosas son como son. Por ejemplo, uno de los valores que a veces resulta más trillado en las compañías es el valor del trabajo en equipo y a nivel individual de hecho, la mayoría de las personas cuando vamos a entrevistas de trabajo decimos que nos encanta trabajar en equipo, pero cuando llega el momento de la verdad, la realidad es que no nos gusta. (Recuerde nada más cómo era usted cuando tenía que hacer trabajos de pregrado o en haciendo un master. Sólo nos han gustado los trabajos en grupo del colegio porque nuestros papás nos dejaban dormir en la casa de nuestros amigos).
Siempre he procurado desarrollar la camaradería en mis equipos de trabajo. Pero en estos días hice un ejercicio, les pregunté a todos los miembros de mi equipo primario: ¿ustedes creen que nosotros trabajamos en equipo? A lo que todos respondieron: ¡sí, por supuesto, somos un gran equipo! Les dejé una serie de criterios y por medio de un listado de preguntas de guía les pedí que le dieran una valoración a cada criterio. Nos vimos al espejo y nos dimos cuenta de que aunque somos muy unidos, nos queremos mucho, nos compartimos recursos en el día a día para que al otro le salgan las cosas bien y nos alegramos en general por las cosas buenas que le pasan a los demás, después de la nuestras valoraciones hicimos conciencia y nos dimos cuenta de que hay unas enormes áreas de oportunidad en lo que respecta hacer un trabajo en equipo de forma genuina. Tomamos decisiones y entramos en una terapia, la cual ahora mismo estamos trabajando porque entendemos que ese valor de trabajo en equipo es una de las bases sólidas de nuestro propio proceso de reinvención. Las bases son aquellos principios, virtudes o cualidades que le dan sabor a la forma como hacemos las cosas.
Pero viene la pregunta del millón y es entender de qué cosas hablamos y quiénes se deberían reinventar. La verdad, es que hoy todos nos deberíamos reinventar. Si soy un emprendedor o represento una empresa o a una marca es probable que esté dejando de percibir ingresos y perdiendo muchos clientes por la pandemia o puede que no esté perdiendo clientes ni plata pero lo cierto es que las audiencias cambiarán la forma de relacionarse y probablemente lo que les ofrecíamos con el tiempo pierda relevancia y otros que sí se están reinventando o se vieron obligados empiecen a abarcar más territorio y nos comiencen a desplazar. Si por el contrario soy un profesional, debo ser consciente de que en muchas empresas están despidiendo gente o porque los golpeó la crisis y la plata no alcanza o porque los cargos se están volviendo innecesarios y están mutando a otros así que quiera o no, me debo reinventar.
Hay otra verdades y es que todas las empresas después de esto, empezarán a cuidar más sus gastos y sólo gastarán en aquellos empleados, clientes, y proveedores que les proporcionan un valor verdadero, entendiendo este como aquel producto o servicio que les ayuda a recomponerse de la crisis por la cual se vieron afectados.
Pero, ¿cómo encontrar ese valor verdadero?. Es aquí donde se aplica la muy mencionada pero poco aplicada Propuesta de Valor. Todas las empresas, marcas, profesionales que no estén en la capacidad de encontrar y tener clara una Propuesta de Valor (una razón de existir, una misión) y saberla explicar y materializar de forma coherente en sus entregables (productos/servicios), no estarán en la capacidad de ser relevantes para clientes y empresas en búsqueda de soluciones.
Pero, ¿cómo identificar esa propuesta de valor?
Lo primero es identificar verdaderos problemas o necesidades existentes a resolver.
Lo segundo es encontrar el Propósito, entender para que uno (empresa, marca, profesional) es verdaderamente bueno.
Aquí sirve mucho de guía el Diagrama de Venn elaborado por Andrés Zuzunaga y que está basado en la filosofía ‘Ikigai’. Se constituye en una guía para identificar el verdadero propósito o razón de existir.
2. Poner el espejo hacia afuera para ver el exterior:
Siempre he hecho este símil con el espejo, pero nunca había sido tan útil… En esta época en la que el aislamiento no nos permite ver todo lo que quisiéramos ver del exterior, es el momento de ser más recursivos que nunca para buscar problemas/necesidades sin resolver. Es poner el espejo en un ángulo que no esté a nuestro alcance de ver. Analizar espacios que se están quedando sin cubrir, espacios de oportunidad que nosotros podemos llenar con nuestro talento, con eso que en el primer paso nos dimos cuenta que estamos en la capacidad de ofrecer. Pero ¿hacia dónde poner el espejo? Hacia lugares que nos ayuden a encontrar necesidades o problemas a resolver. Aquí algunas pistas:
3. Mantener el espejo afuera para dejar que otros se vean en él:
Después de los dos procesos anteriores se debe empezar a hacer un match entre los espacios sin cubrir encontrados (problemas/oportunidades) y el propósito identificado en nuestro interior, acompañado de los valores que lo harán diferente. Esto, nos dará como resultado la Propuesta de Valor aplicada.
Preguntas guía para definir la propuesta de valor:
Una vez definida la Propuesta de Valor, según las oportunidades detectadas, se debe probar el camino de la reinvención con productos/servicios de forma muy rápida y ponerse metas de corto plazo y muy realistas para determinar en el menor tiempo posible si ese paso de reinvención está siendo exitoso o no. Si los resultados no son los esperados, hay que iterar el modelo de servicio o los productos ofrecidos sin cambiar la Propuesta de Valor, que es lo que está ligado al propósito. Una vez se está convencido del propósito y de que la capacidad de resolver problemas/necesidades en los cuales se hallaron verdaderas áreas de oportunidad, tal vez lo que falla es la forma como se está haciendo, es decir, el entregable y no la Propuesta de Valor.
*Bonus: ¿Qué es el éxito? el que produce una auténtica felicidad-, como un lugar ficticio al que uno nunca llega sólo. Siempre va con alguien cuyos ojos destilan una ilusión genuina gracias a lo que uno le da, sea esto un show, una enseñanza, un servicio, un consejo, un abrazo o un trozo de pan... en conclusión, esa la capacidad de impactar positivamente una vida de tal manera que sus ojos brillan de una forma en la que uno se puede reflejar en ellos.
10 Literaturas que recomiendo en este proceso (a desempolvar clásicos):
Gracias por leer.